LA PRIMERA VEZ

por Francesco Carril

Creo profundamente que lo que un actor diga de su obra o de sí mismo no ayuda a comprender mejor ésta última. Del primer día de rodaje sólo recuerdo que cuando repetimos la primera toma cambié todas las acciones y los tiempos que había hecho en la anterior. “¿Se movía tanto?” dijo alguien. Y empecé a entender. No había hecho cine antes de Los ilusos y ahora tengo muchas ganas de seguir haciendo cine.

Durante los siete meses de proceso (aunque no hemos rodado todos los días) he sido muy feliz. Jonás marcó unos límites muy bien definidos para que pudiera ser más libre. Y es que no se puede ser libre si no estamos delimitados. De alguna manera, sería como ver una fotografía sin marco en una enorme pared.

Vengo del teatro, donde el sistema de ensayo es prueba y error todo el tiempo. En Los ilusos ha sido así también. He podido proponer, dialogar, reflexionar sobre cómo hacer las cosas. Los que hacen cine desde hace tiempo dicen que he tenido suerte.  Si lo que más me gusta del teatro es su carácter efímero (la obra muere, desaparece cuando el actor deja de hacerla) con esta película he descubierto que el cine es como un viejo álbum de fotos en movimiento de un pequeño trozo de tu vida que puedes visitar cuando quieras. Por eso me gusta ver la película. Michelangelo Antonioni, un director al que admiro, dice: “Los buenos directores de cine tienen un ojo abierto hacia adentro y otro hacia afuera. En ciertos momentos las dos visiones se aproximan y se superponen como dos imágenes tratadas al fuego. Este acuerdo entre ojo y conciencia es lo que hace nacer el impulso de hablar, de hacer ver”. Creo que Jonás se ha escuchado bien. La película podrá tener defectos, pero hemos hecho lo que hemos dicho. Hemos sido coherentes. Lo demás, no nos pertenece.

 

No hay comentarios

Escribir un comentario