Los ilusos en Contraplano

Una película necesaria en nuestro tiempo

Lidia Fernández

Jonas Trueba, director de ‘Los Ilusos’
(foto: Relabel comunicación)

Jonás Trueba repite con ‘Los Ilusos’, reinventándose con esta nueva película. Para hacerla posible el director se valió de un equipo de amigos (como algunos de los actores: Francesco Carril, Aura Garrido, Mikele Urroz, Vito Sanz, Isabelle Stoffel) y unos ratos libres permitidos por el modelo de vida en que hoy en día nos encontramos. El director lleva a la pantalla un trabajo símbolo de la libertad y el placer de la creación cinematográfica. Ficción y realidad se van alternando y dando forma a esta película; dejando entrever sus buenas intenciones, su espontaneidad y sencillez. Un film que ha nacido al margen de los modelos convencionales de la industria cinematográfica, y también al margen de la escritura narrativa generalizada hoy en día. Quizá por ello se pueda considerar como un film ‘necesario’ en nuestros días.

Francesco Carril y Aura Garrido en 'Los ilusos'

Francesco Carril y Aura Garrido en ‘Los ilusos’
(foto: Relabel comunicación)

Destaca la libertad formal, muy cercana al espíritu de la Nouvelle vague, movimiento en el cual se dejaba atrás todo ese clasicismo cinematográfico, que había contagiado a este arte de elementos literarios. Las películas de los franceses que formaron la Nouvelle vaguerespiran total autonomía y libertad, y este espíritu también se encuentra en ‘Los Ilusos’. Además, son varios los elementos que toma Jonás Trueba que están emparentados o beben de este movimiento francés de los años cincuenta y sesenta. Ya la secuencia prólogo nos muestra una serie de planos aislados que se van sucediendo, a modo de collage, esto ya nos introduce en el estilo del film. El uso de esta técnica nos lleva por supuesto a pensar en el director de esa Nueva Ola, Jean-Luc Godard; y es que muchas veces el Madrid telón de ‘Los Ilusos’, nos puede evocar a ese París de ‘À bout de souffle’. El film también está plagado de citas de libros y literatura, de cafés, de dedicatorias, de salas de cine y paseos por la ciudad, de cortes y saltos antiacadémicos; rasgos que relacionan esta película una vez más con ese cine francés.

Escena de bar de 'Los Ilusos'

Escena de bar de ‘Los Ilusos’(foto: Relabel comunicación)

La aparición del fuera de cuadro también pasa a formar parte de la película, saliéndose de la ficción, el cine hablando del propio cine; al igual que Jean Renoir utiliza en Une partie de campagne eliminando los límites del espacio cinematográfico. Además, Jonás también empapa la película de un realismo apoyado en el uso del analógico en blanco y negro (grabada en 16mm), que capta esa naturalidad del momento y dota a la película de un aire nostálgico, que acompaña a la historia.

También llama la atención el uso de la imagen y el sonido en alguna escena, pues no son sincrónicos, sino que cada uno es independiente del otro. Este uso recuerda al que emplea Jean-Luc Godard en Alphaville, une étrange aventure de Lemmy Caution. Todos estos rasgos evidencian la falta de reglas, pero sí que existe una estructura formal que sujeta el film y no lo deja caer en un sin sentido.

No es que sea una película perfecta, pero sí es sincera. Su estructura, la forma de estar rodada, el film mismo, reclama una libertad que también se ha llevado a cabo fuera de la pantalla; la manera de hacer cine al margen de cualquier manera institucional. Un film lejos de lo académico, ‘Los Ilusos’ mira hacia atrás, a los recuerdos, al amor por el cine, al tiempo pasado, pero pide una mirada renovadora para el futuro. A pesar del final que pareciera ser un mal presagio, la sensación que deja la película es de una ilusión contagiosa, tan solo necesitamos mirar de otra manera.

 

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